domingo, 23 de septiembre de 2012

La puerta del infierno se encuentra en Kenia

Naivasha, 21 de septiembre
Hoy fue nuestro último día con Paul y nuestro último día de Safari organizado. Por la tarde teníamos que coger el tren a Mombasa, pero antes de todo esto, todavía teníamos un último parque que visitar, el Hell's Gate.
Después de Amboseli, el Masai Mara y Nakuru, la verdad es que no esperábamos gran cosa de Hell's Gate, pero la sorpresa ha sido mayúscula. Este parque se encuentra muy cerca del lago Naivasha y su principal atractivo es que apenas hay depredadores en él, por lo que los visitantes pueden pasear libremente, andando o en bicicleta (alquilar una cuesta 5 euros, aunque a nosotros nos entraba con el viaje organizado).
Después del desayuno, hoy con "tortilla española" (no esperéis tortilla de patata, sino tortilla con pimiento rojo, verde y cebolla) salimos hacia el Hell's Gate. Antes miramos por Internet un apartamento para los dos próximos días en la costa de Mombasa a través de airbnb, un portal de internet. De primeras, el apartamento tienen buena pinta y un precio estupendo, ya os contaremos si realmente es así.

Nada más llegar a Hell's Gate nos dieron a cada uno una bicicleta que hacía tiempo que no pasaban una revisión, y nos pusieron a pedalear por el parque natural. En total eran 10 kilómetros de ida y 10 de vuelta en bicicleta. La experiencia ha sido de lo mejor de los 9 días que llevamos con Paul.
El paisaje de Hell's Gate es diferente al resto de parques naturales que hemos visto. Tal vez esto haya ayudado a que no hayamos tenido el famoso síndrome del románico que dice nuestra amiga Mabel y que básicamente consiste en que después de ver 5 iglesias románicas, el resto te parecen iguales y ya te da igual todo (puede extrapolarse las iglesias del románico a los fuertes de la India o las ruinas mexicanas).
El paisaje de Hell's Gate son praderas enormes con cebras, antílopes, búfalos y "pumbas" y escarpadas paredes volcánicas con enormes acacias al fondo que dibujan el perfil de este parque. El hecho de disfrutar del paseo en bicicleta todos juntos, con los animales a escasos metros, mucho más cerca de lo que antes los hemos visto ha sido maravilloso. Los animales levantaban su cabeza y nos miraban curiosos cuando pasábamos a su lado. Cruzaban sin ningún miedo a nuestro lado el camino para comer el pasto de la pradera de enfrente. Incluso se pararon cerca de nosotros una jirafa y su cría a escasos metros. Casi posaban para nuestras fotos.
Después de los 10 kilómetros de ida todavía nos quedaban otros 4 kilómetros de paseo por la montaña. El parque de Hell's Gate dicen que es la puerta del infierno, precisamente porque desde ese punto, bajando por la ladera de una montaña, se llegaba a una garganta espectacular que en cierto modo a Diana y a mí nos recordó mucho a la garganta que lleva a la ciudad de Petra. El lugar es mágico, las paredes verticales erosionadas por el paso del agua albergaban riachuelos de agua caliente y pequeñas cascadas que dicen que es la ducha del diablo.
En este lugar se rodó la película de Tomb Rider y la verdad es que nos sentimos como auténticos exploradores aventureros escalando, trepando y bajando por las rocas mientras disfrutábamos del paisaje. El final de nuestro paseo a pie es lo que los lugareños llaman el ascenso al cielo. Desde la garganta escalamos una pequeña cascada y de ahí subimos por la roca hasta lo más alto del parque donde nuestra vista se perdía entre los árboles y los enormes riscos que sobresalían entre ellos. Para habernos matado.
Entrada ya la mañana todavía nos quedaban otros 10 kilómetros en bicicleta de vuelta, y estos eran cuesta arriba y ya con el sol pegando fuerte. Cuando llegamos a la furgoneta con Paul estábamos sudados y llenos de polvo. Le pedimos el favor de podernos duchar otra vez en el hotel antes de ir a Nairobi a coger el tren a Mombasa y menos mal que nos permitieron asearnos, porque nos esperaban casi 24 horas sin coger la ducha. Después de la comida en el hotel partimos hacia Nairobi.
A las 14,30 de la tarde ya estábamos en la capital keniata. Nuestra primera parada era un supermercado donde poder comprar algo de comer para la cena. Nuestra dieta fue pan de molde, fiambre, queso, agua, dos tabletas de chocolate y unas patatas fritas que nos costaron al cambio 30 euros. Del supermercado nos fuimos ya a la estación de trenes donde nos tocó despedirnos de nuestro conductor Paul.
A la hora de coger las mochilas el maletero de la furgoneta no abría, lo que Paul interpretó como que la furgoneta no quería que nos fuéramos. Después de despedirnos, todavía nos quedaban más de 2 horas en la estación hasta que saliera el tren. La estación de Nairobi es muy antigua, pero nada que ver con la de Agra, aquí todo está bastante limpio, y aunque los trenes son antiguos, todo tiene un aire clásico muy agradable.
Recogidos los tickets, subimos al famoso tren de Nairobi a Mombasa, el llamado tren lunático. Dicen que debe su nombre a que fue una auténtica locura construir este tren cruzando el parque natural de Tsavo, ya que muchos hombres fueron devorados por las fieras durante su construcción.
Un billete de ida en segunda clase con desayuno incluido cuesta 2200 chelines (unos 22 euros), si también queremos la cena subirá a 3400 chelines y la primera clase son más de 6000. Los vagones de tercera clase son poco más de seis euros, pero no los recomendamos ya que el trayecto es nocturno y aquí no hay literas. Aparte el pelaje de la tercera clásica es sólo apta para keniatas de nacimiento. El horario de los trenes es cambiante, suelen salir 3 veces a la semana de Nairobi y otras 3 desde Mombasa, pero va cambiando durante el año.
El tren por dentro está bastante bien, limpio, con cuatro literas por compartimento. Te dan las sábanas y mantas en un petate que parece del ejército, y los propios revisores del tren se ofrecen a hacerte la cama. A la hora de la cena una chica pasa con una cazuela dando golpes para avisar a la gente que pueden pasar al vagón comedor. Vamos, nada que ver con nuestra noche en el sleeper class de hace un año en la India.
Después de salir con más de dos horas de retraso y llevar ahora mismo parados mientras escribo este post una hora y media en medio de la nada, creemos que hemos descubierto el por qué del nombre del tren lunático. Es porque se tarda más en llegar de Nairobi a Mombasa, que de la tierra a la luna.
Cuando lleguemos a Mombasa sobre las 9 de la mañana tenemos que ir a la estación de autobuses a comprar nuestros billetes de vuelta para el lunes (esta vez en bus) y buscar la forma de llegar de la ciudad a las playas de Diani, donde hemos cogido nuestro apartamento. Echaremos de menos a Paul en ambas tareas, ahora tendremos que ser nosotros los que nos saquemos las castañas del fuego.

4 comentarios:

  1. Hola a todos! Qué experiencia tan fantástica habéis tenido con la naturaleza. Lo de los hipopótamos me ha impresionado de veras. Chicos, espero que la costa keniata os sea tan agradable como el viaje ha sido hasta ahora. Suerte y seguid rezando al dios del viaje. Pequeña, espero tus fotos con gran expectación. Besos.

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  2. Jambo chic@s, qué pasada madre mía! Todo lo que contáis es fantástico, me parece que esta vez os va a dar mucha pena terminar el viaje. Besos para todos

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  3. Lo de casi perder el tren sería una broma no? Como os lo pasáis sinvergüenzas!! Aprovechad el tiempo que os queda. Besos

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  4. una pasada lo de pasear en bicicleta entre los animales,seguro que a alguien se le paso por la cabeza dar de comer a los animales de su mano.bueno un beso y disfrutar de la playa.loli y carlos.

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