martes, 25 de septiembre de 2012

La playa de los simios

Diani, 23 de septiembre
Hoy era nuestro auténtico día de relax antes de empezar a andar sobre nuestros pasos para volver a casa. Ayer se nos ocurrió levantarnos pronto para ver amanecer sobre el océano Índico, así que pusimos nuestros despertadores para que sonaran a las 5,30 de la mañana. Según salimos del porche de nuestro apartamento vimos como la luz empezaba a clarear... pero cuando bajamos a la playa nos dimos cuenta que nos íbamos a quedar sin ver el sol aparecer bajo el mar en el horizonte. El dia había amanecido nublado.


A las 6,15 de la mañana decidimos volvernos a dormir un rato más, al fin y al cabo para un día que no teníamos que madrugar, podíamos aprovechar la cama. Según entramos a la casa, de repente vimos como un mono asomaba su cabeza por el techado de paja... nuestro susto fue tremendo. El mono más asustado que nosotros decidió salir y pensamos que había sido algo puntual. Nada más lejos de la realidad.
Yo desde mi cama con la puerta abierta veía como el mismo mono (o eso pensaba), estaba mirándome atentamente desde fuera, pero de repente empecé a escuchar ruidos en la cocina y me levanté temiéndome lo peor. Así era, otro mono estaba en la cocina comiéndose el pan de molde que habíamos comprado el día anterior. Entre mis gritos, los de Javi y los de las chicas, cualquiera que pasara por delante de la casa, pensaría que estábamos locos.

 
Ya que los monos ya se habían comido parte del pan que teníamos, decidimos sacarlo todo fuera. A partir de ahí, toda la monada de la playa se vino a desayunar en la puerta de nuestro apartamento ante nuestra atónita mirada. Todo lo que había oído yo esa misma noche empezó a tener sentido... habíamos compartido apartamento con todos los monos de la zona, que habían pasado la noche junto a nosotros.
Yo me había despertado varias veces oyendo ruidos en la cocina y pensaba que eran los chicos que se habían levantado al baño, o el aire que hacía ruido con las bolsas de plástico... pero estaba claro que no era así, nuestros amigos los monos estaban con nosotros y entraban a placer por el hueco del techo.
Ya totalmente despiertos y mientras desayunábamos, descubrimos que no sólo se habían comido nuestra comida, sino que habían cagado en nuestra nevera y baño...Pasado el primer percance con los monos y habiendo escondido todas nuestras pertenencias dentro de las mochilas por si acaso aparte de la comida a estos monos les llamaban también las gafas Rayban o los Iphone, nos dispusimos a ir a la playa cual guiris a las 7,30 de la mañana. Antes avisamos al conserje de los apartamentos de que teníamos monos dentro de casa y al rato vino con una escalera para tapar el agujero. La crisis de los monos parecía haber tocado a su fin.
Las playas de Diani están casi totalmente libres de turistas, que prefieren quedarse en los resorts privados alejados de los keniatas que te ofrecen todo tipo de servicios, desde masajes, a visitas en barca a islas cercanas para hacer snorkel o incluso cocos frescos recién cortados de la palmera. A la mayoría de ellos con tan sólo decirles que no quieres nada y que sólo buscas el relax de la playa suelen dejarte tranquilo.
A primera hora de la mañana el día estaba extraño... hacía sol, pero a la vez llovía. Al rato despejaba y volvía a nublar. Decidimos darnos un baño, el agua del Índico está muy caliente para ser un océano, y al menos en estas playas es bastante turbia por la arena que arrastran las fuertes corrientes. Aguantamos en la playa hasta las 11,30 de la mañana, no está mal, pensando que llegamos a las 7,30.
A mediodía Olga nos cocinó un plato de pasta con tomate y atún que nos supo buenísimo. Aquí vino nuestra segunda crisis con los monos, según estábamos ya comiendo los plátanos del postre, de repente Encarna pegó un grito: "Mono!". Otro mono más, este bastante grande, había entrado por la puerta de casa tranquilamente y venía a pasar la sobremesa con nosotros. El grito de Encarna bastó para que el animal saliese corriendo y no quisiese saber más de esta casa de locos.
Después de la comida nos echamos la siesta tranquilamente... tranquilamente hasta que nuestra tercera crisis del mono ocurrió claro. Javi de repente salió al porche del apartamento para coger algo, momento que aprovechó un mono para entrar y posarse en mi habitación donde Diana, Encarna y yo estábamos echándonos la siesta. Cuando Javi entró y gritó una vez más "Mono!" el momento de siesta se acabó ipso facto para Diana y Encarna. El animal salió por la puerta como habia entrado.
La verdad es que no se les ve con ninguna intención más que de conseguir comida, pero eso no quita que tener a los animales en casa, provoque cierta tensión en nosotros. Para que os hagáis una idea estos monos son de la misma raza que el que tenía Pippi Calzaslargas. Yo seguí durmiendo, pero los chicos decidieron bajar a la playa.
Javi y Olga andaron hacia el lado contrario a donde habíamos ido esta mañana y se encontraron con unos chicos que les enseñaron erizos de mar, corales ya muertos y el famoso y mortal pez piedra. Al parecer este pez es como una babosa, pero si se pisa te inyecta un veneno que puede acabar contigo en minutos. Los chicos keniatas lo aplastaron y Javi y Olga vieron como soltaba un líquido que teñía todo el agua de violeta. Menos mal que no nos encontramos con este pez antes sin saberlo. A las 16,30 de la tarde dimos el día de playa por acabado.
El resto de la tarde la pasamos tomando algo en una terraza que hay relativamente cerca de nuestro apartamento y haciendo algunas compras a muy buen precio teniendo en cuenta los altísimos precios que hemos visto antes en otras partes. Aquí a ambos lados de la carretera hay artesanos que venden sus tallas de madera y negociar con ellos es bastante sencillo. Ya caída la noche, cenamos pizza y volvimos al apartamento a sentarnos en el porche.
Los monos no vinieron a despedirse de nosotros, y parece que no lo van a hacer, aunque ahora mismo, mientras escribo, les estoy escuchando en los árboles alrededor nuestro mientras las olas del mar se oyen al fondo. Todo un lujo. A las 7,30 viene un hombre a buscarnos para llevarnos a la estación de autobuses de Mombasa. A las 10 tenemos nuestro billete de vuelta a Nairobi y un largo camino de 8 horas por delante.

5 comentarios:

  1. me parto... vaya situación... jajajaja

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  2. jajjajajajaj, chicos, el mejor post con diferencia¡ Alf enhorabuena porque yo creo que lo has contado tan bien que parecia que estaba alli viviendo esos momentos¡¡

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  3. Jambo monadas, JAJAJAJAJA me muero de risa, me imagino a todos gritando, saltando y después riendo nerviosamente y por ultimo suspirando de alivio pero con tensión. Nos tendréis que contar que tal el olor que dejaron...que penita que se acabe ya todo, ánimo que la vuelta a casa también es estupenda. Besos

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  4. todo un espectaculo tener a los monos en casa ¿no?. todo lo bueno se acaba y lo vuestro no iba a ser menos.bueno dentro de poco en casita,un beso para todos y que tengais un buen viaje de regreso loli y carlos.

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